Todos tenemos ideología. La creencia de que la ideología es sólo cuestión de quienes se interesan en política es una ingenuidad. Como profesor de Teoría del Conocimiento, no puedo cansarme de enseñar a mis alumnos universitarios que la ideología más fuerte es la de aquellos que creen no tenerla.
Es que la ideología no es una idea acerca de la política, sino las nociones que todos tenemos –y no siempre de manera plenamente consciente– sobre qué es la sociedad, qué es el individuo, qué es la justicia social, qué es el poder, etcétera. Para sostener esas ideas, no se requiere pensar explícitamente en política. Todos vivimos en sociedad y tenemos un modelo implícito de qué es bueno y qué es malo para la sociedad, aunque jamás hayamos dicho una palabra específica sobre el sistema político.
De tal manera no existen las personas “independientes”, no hay quienes no respondan a ideología alguna. Todos dependemos de nuestras ideas, y –lo peor– es que no todos somos conscientes de que las tenemos y mucho menos de cuál es el origen de las mismas, no sabemos a menudo por qué pensamos como pensamos.
Las ideas no nos vienen del cielo ni del interior de nuestra cabeza. Son la resultante de una serie de influencias que hemos pasado en nuestra vida: el sector social al que pertenecemos, el género, la época, las escuelas a que fuimos, las iglesias a las que pudiéramos haber pertenecido, los clubes, los amigos. Todos ellos han hecho que seamos los que somos. Nadie se inventa a sí mismo: a lo sumo, cada uno recombina a su manera las ideas que no ha producido por sí solo.
Si hubiéramos nacido en Sudáfrica y no en Argentina, pensaríamos muy diferente. Si hubiéramos nacido en tiempos de Pericles en la Grecia Antigua, hubiéramos aceptado la esclavitud como natural. Si hubiéramos nacido en Arabia Saudita, seríamos muy probablemente musulmanes. Somos el fruto de nuestras concretas condiciones de vida, no el de nuestras individuales elucubraciones.
Entonces, no hay gente que tenga ideología y otra que pueda ufanarse de no tenerla; estos últimos suelen creer –erróneamente– que pueden ponerse “por encima” de quienes asumen explícitamente su ideología. Pero en verdad, ideología tenemos todos. Están los que saben que la tienen, y por ello pueden razonar sobre ella, modificarla. En cambio, los que se creen “independientes” ni siquiera se han enterado de la ideología que los atraviesa. Por tanto suelen creer, con ingenuidad conmovedora, que ellos dicen “cómo son las cosas”, que sus opiniones son neutras y objetivas. De tal manera, confunden el modo singular en que sus lentes les hacen ver la realidad, con la realidad misma.
Sucede con alguna veterana comensal de la TV que cree que la sociedad es igual a los rumbos de Recoleta o Barrio Norte, en Buenos Aires. Como ella vive allí y sus amigas son señoras adineradas que toman el té en ratos de ocio, ella vive en una burbuja, pero cree que todo el mundo piensa como se piensa en ese lugar. Ella habla con “la gente”, y esa gente –sólo ésa, claro– piensa igual que ella. De tal modo que cree que el mundo es idéntico a como ella lo ve, aunque lo mire por una rendija mínima que muy pocos –con ese poder adquisitivo– pueden compartir.
De modo que a no enorgullecerse de que “pienso por mí mismo”, “no soy militante de nada”, “digo las cosas como son” y parecidas muestras de desconocer cómo es que están formadas las propias ideas que todos llevamos. El que dice esas cosas y cree no ser dogmático por no adscribir explícitamente a una ideología política es doblemente dogmático: no solamente tiene un pensamiento determinado y una perspectiva parcial (jamás podría ser de otra manera, para los seres humanos), sino que ni siquiera se entera de ello. Cree que su singular mirada del mundo es igual al mundo mismo. Por ello no tiene la menor posibilidad de reaccionar frente a sus propias distorsiones, de modificar su pensamiento o de afinarlo. Confunde su propia mirada con los objetos que capta a través de ella.
Por lo dicho, aquellos que dicen no tener ideología y se creen libres de ella están instalados en el dogma y lo acrítico a total plenitud, en nombre de la pretendida “independencia de pensamiento” a que tantas veces se apela, sobre todo en una TV nacional cada vez más ignorante y atolondrada.
* Doctor en Filosofía. Universidad Nacional de Cuyo.
ENTREVISTA AL SOCIÓLOGO FRANCÉS FRÉDÉRIC LEBARON
Por Javier Lorca
“El neoliberalismo ya no es capaz de imponerse como antes”, dice Frédéric Lebaron, pero las elites que lo promueven “siguen estando en posiciones de poder”. Sociólogo francés, Lebaron fue ayudante de Pierre Bourdieu en el Collège de France y está en el país, invitado por el Centro Franco Argentino en Altos Estudios de la UBA, para dictar un seminario sobre “Las políticas neoliberales contemporáneas”. En esta entrevista con Página/12, señala que las ideas y las promesas asociadas a la supuesta “eficiencia natural del mercado” –las mismas que buscan reconstituirse en Latinoamérica– atraviesan “una verdadera crisis de creencia” y han generado en Europa “un crecimiento de las desigualdades en las condiciones de vida”.
–¿Qué especificidades observa en el neoliberalismo contemporáneo? ¿Qué diferencias y qué continuidades analiza respecto de experiencias anteriores?
–Desde 2007-2008 y la gran crisis financiera mundial, el neoliberalismo ya no es capaz de imponerse de manera tan evidente como antes como el portador de la única política posible, en particular en América del Norte y en Europa. Se enfrenta a una profunda crisis intelectual: la idea de una eficiencia natural del mercado ha perdido gran parte de su fuerza y las promesas de progreso y justicia relacionadas con un crecimiento económico liberalizado se han desdibujado ampliamente. El neoliberalismo se enfrenta a una verdadera crisis de creencia. En los años ‘80, las conquistas neoliberales se encadenaban con facilidad y rapidez: victorias electorales (Thatcher, Reagan), el cambio doctrinal de los socialdemócratas europeos, rupturas estructurales con la liberalización financiera global, luego, el Consenso de Washington a principios de los 90 tras la caída del comunismo soviético. Todos parecían éxitos. Las cosas cambiaron en la década del 2000 en América Latina con la llegada de gobiernos de izquierda, y después de 2007-2008 los cambios se extendieron a nivel mundial. La inestabilidad endémica de las finanzas globales es la principal causa de la pérdida de crédito del neoliberalismo. Al mismo tiempo, las élites económicas y políticas neoliberales siguen estando en posiciones de poder y continúan intentando promover sus políticas.
–¿Qué consecuencias sociales han tenido las políticas de austeridad en Europa?
–La unificación monetaria europea fue acompañada por criterios estrictos en materia de déficit presupuestario y deuda pública. Pero los Estados jugaron un poco con las reglas y, en 2009, hasta dejaron deslizar el déficit para hacer frente a la crisis económica mundial. A partir de 2010, especialmente tras la intensificación de la especulación financiera enfrentada por el Estado griego, gobiernos e instituciones de la zona euro se orientan hacia políticas de austeridad más o menos severas, basadas en una rápida reducción del gasto público. El objetivo es el desendeudamiento de los Estados, pero el resultado es sobre todo un crecimiento económico muy bajo, e incluso una recaída en la recesión, en algunos países muy pronunciada. Entonces, observamos una degradación bastante general del mercado de trabajo. Desde 2013, la situación se agrava menos rápidamente en general, pero en ciertos países se producen no sólo más desempleo y precariedad laboral, sino también más pobreza y más desigualdad. La situación en 2016 sigue siendo de un extremado deterioro en Grecia, Portugal y España. En Francia, las políticas de austeridad son menos fuertes, pero tienen sin embargo efectos graves, con el mercado de trabajo en una situación muy difícil y con un aumento de la precariedad. Estas consecuencias se reflejan en toda la zona euro con un crecimiento de las desigualdades en las condiciones de vida.
–¿Cuál es la incidencia del neoliberalismo y de las lógicas financieras en las universidades y las instituciones de investigación científica?
–En el sector de la educación superior y la investigación, las lógicas financieras penetran lentamente y de un modo específico, en la medida en que el peso de las lógicas públicas y la referencia al servicio público sigue siendo muy fuerte. En primer lugar se observan recortes presupuestarios más o menos brutales: en Francia y en Europa es particularmente el sector público y masivo de la enseñanza superior el que ve degradada su posición. Luego, las áreas jerárquicas y las estructuras internas se mueven bajo el efecto de la difusión de los criterios financieros: por ejemplo, son considerados “centros de ganancia” los laboratorios que tienen más contratos con el sector privado y las carreras dirigidas a segmentos más valorizados del mercado de trabajo. Por el contrario, las carreras masivas, las que se dirigen a profesiones del sector público, educación, ciencias sociales, salud, tienen menos apoyo. Los laboratorios de investigación básica sobreviven sólo si demuestran su “excelencia”, según criterios cada vez más cuantitativos. Las lógicas del ranking se extienden en detrimento de la idea de lucha contra las desigualdades sociales frente al acceso y la producción del conocimiento.
–¿Cómo se ha construido el valor mercantil del conocimiento, en detrimento de su concepción como bien público?
–En el contexto institucional que analizamos, el peso de las empresas y las lógicas financieras se refuerza también en la producción y difusión de los conocimientos. Pero, al mismo tiempo, la demanda de educación superior de parte de las familias es fuerte, y el sentimiento de injusticia y desigualdad ante el sistema actual es demasiado grande, particularmente en Francia. Tenemos un sistema educativo muy oligárquico y jerárquico, y, por otro lado, la eficacia global de las instituciones se está deteriorando como consecuencia de las restricciones presupuestarias. La educación y el conocimiento son pilares de la democracia, la igualdad y la autonomía. Es por eso que defender estos valores y su carácter de “bien público” es fundamental.
–¿Qué transformaciones analiza en particular en el discurso de las ciencias económicas?
–La ciencia económica atraviesa un período difícil desde que se la hizo fracasar en 2008-2009. La teoría de los mercados eficientes, la idealización de la utopía de un equilibrio de mercado cuasinatural, directamente se vieron desafiados por los hechos. A partir de ahí, dos respuestas son posibles. Algunos consideran que los fracasos de las políticas económicas se deben a una insuficiencia de las reformas neoliberales para garantizar el buen funcionamiento de los mercados. Este discurso es muy fuerte en Europa, donde se acusa el Estado de bienestar de todos los males. En Francia esta posición está representada por economistas como el premio Nobel 2014, Jean Tirole. Ellos piensan que el principal problema económico es la rigidez del mercado de trabajo, al igual que los economistas de la Comisión Europea, de la OCDE, sin mencionar a la mayor parte de los economistas del FMI. Son los economistas más cercanos a la industria financiera. Del otro lado, hay dos polos: los que consideran que olvidar los preceptos de la macroeconomía estándar y la influencia de las teorías falsas condujo a una creciente desigualdad y a una mayor inestabilidad (Stiglitz, Piketty y algunos otros), y los que, en el fondo muy cercanos, consideran que el capitalismo financiero entró en una crisis muy profunda que vuelve a poner en cuestión a los pilares del sistema económico, por lo que apelan a reformas aún más radicales. Estos últimos son poskeynesianos, institucionalistas, marxistas. Me parece que la alianza entre estas dos fracciones es portadora de un cambio posible de las instituciones y de las políticas económicas, pero su acercamiento sólo tendrá eficacia si encuentra expresiones en el campo político. Son los movimientos sociales, los pueblos, los que todavía tienen la llave de la Historia.
De acuerdo a una investigación presentada durante una reciente reunión profesional de expertos en medicina del sueño, realizada los estados unidos, dormir mejor –se asocia en forma directa– con una mejor performance estudiantil y académica.
(www.neomundo.com.ar)
De acuerdo a una investigación presentada durante una reciente reunión profesional de expertos en medicina del sueño, realizada los estados unidos, dormir mejor –se asocia en forma directa– con una mejor performance estudiantil y académica.
Y algo más: la investigación comprobó que los mejores resultados tras una buena noche de descanso son especialmente relevantes en todo lo relacionado con la matemática.
El trabajo se presentó durante la 23 reunión anual de los especialistas en la problemática de sueño, en una reunión denominada SLEPP 2009.
BUENAS MATEMATICAS
Los resultados del trabajo presentado indican que pruebas y evaluaciones en el área de matemáticas realizadas a personas que habían tenido en las noches anteriores una mejor calidad de sueño, una mayor eficiencia y menos interrupciones nocturnas, era las más satisfactorias. En otras palabras, dormir mejor daba mejores resultados a la hora de las evaluaciones.
Estos resultados también se vieron correlacionados con buenas performances en exámenes de lengua y de historia, cuanto más fácil y menos traumático era el despertar por la mañana.
La investigadora que dirigió este trabajo fue la Doctora Jennifer Cousins,
Profesional del centro médico de la universidad de Pittsburgh comentó que le llamó la atención que diferentes tipos de mejoras en la calidad del sueño generaban mejores resultados en diferentes tipos de exámenes, si bien siempre el mejor sueño producía mejores resultados.
ADOLESCENTES INSOMNES
Según Cousins, "nuestro estudio e involucró a 56 adolescentes, 34 de de ellos mujeres, de entre 14 y 18 años de edad, que tenían diagnóstico de dormir poco tiempo por las noches y sentirse adormilados y somnolientos durante el día.
A todos los participantes se les hizo una serie de seguimientos y registros de las notas obtenidas, de manera tal de poder correlacionar los resultados con los problemas nocturnos. A todos ellos también se realizó en estudios de calidad y cantidad de sueño.
Una vez evaluados los resultados, se logró establecer que las mejores notas en matemática estaban relacionadas con tener una menor cantidad de despertares nocturnos, menos tiempo pasado la cama dormitando y una mayor eficiencia y calidad del sueño.
Según la experta, los malos hábitos nocturnos y los problemas del sueño se asocian en forma directa con el abuso de sustancias, dificultades emocionales y ciertos problemas cognitivos.
La especialista agregó: "es educar a los jóvenes sobre cómo dormir mejor puede ser una herramienta preventiva importante a la hora de medir los resultados estudiantiles".